El autismo es una condición cuya prevalencia está en aumento en todo el mundo y sobre la que muchas personas tienen una idea equivocada, lo que a menudo se convierte en una barrera para detectarlo. La presentación del autismo varía de persona a persona, tanto en grado como en rasgos, y como dicen: “si conoces a un niño con autismo, solamente conoces a un niño con autismo”.
El Manual DSM-5 de la Asociación Estadounidense de Psiquiatría establece que para diagnosticar el trastorno del espectro autista, la persona debe presentar déficits persistentes en áreas de comunicación social e interacciones, y patrones restringidos y repetitivos de intereses o comportamientos. Esto puede manifestarse en infinidad de formas y grados.
La prevalencia del autismo en todo el mundo ha aumentado en las últimas décadas. Aunque no existen cifras exactas, se estima que 1 de cada 160 niños en todo el mundo es diagnosticado con autismo. Los diagnósticos han aumentado considerablemente entre los grupos minoritarios, lo que se cree que responde a mejoras en el acceso a la detección temprana. Es importante destacar que el autismo no es una sentencia, sino una herramienta para ayudar a la persona a alcanzar su máximo potencial. En este sentido, el diagnóstico temprano es clave para poder ofrecer los tratamientos y terapias adecuados y mejorar la calidad de vida de las personas afectadas.