La infancia es una etapa crucial para identificar características propias del espectro autista. Aunque cada persona es única, existen comportamientos que, si se detectan a tiempo, pueden facilitar un acompañamiento adecuado y respetuoso.
Algunas señales que pueden observarse en los primeros años de vida incluyen:
- Evitar el contacto visual: no mirar directamente a los ojos puede ser una estrategia para gestionar la ansiedad, más que una falta de interés.
- Reacciones sensoriales intensas: estímulos como sonidos fuertes o luces brillantes pueden provocar respuestas desproporcionadas.
- Preferencia por rutinas estrictas: la predictibilidad proporciona seguridad, mientras que los cambios inesperados pueden generar frustración.
- Movimientos repetitivos: balancearse o agitar las manos son formas de autorregulación emocional.
- Dificultades en el desarrollo del lenguaje: retrasos, repeticiones constantes de palabras o dificultad para interpretar metáforas son señales que pueden indicar la necesidad de apoyo.
Reconocer estas características no debe ser motivo de alarma, sino una oportunidad para ofrecer un entorno que respete sus necesidades y fomente su desarrollo personal.